jueves, 10 de noviembre de 2011

CUENTOS INFANTILES

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6) La nube de los secretos

el sol
El mar

El tren salió de su tunel oscuro, y los pasajeros se incandilaron con la luz del sol que estaba atardeciendo en el mar. La niña de dorados rizos, que estaba sentada en el regazo de su mamá, le decía que todavía habían bañistas en la playa aunque el verano playero acababa de terminar, y le preguntó:

--¿Las olas hablan, mamá?

--Claro, hijita, las olas son quienes viajan por todo el mundo con sus blancas bocas, y se cuentan unas a otras lo que ha pasado, por los lugares donde han estado.

A veces se rien mucho, y por eso oyes muchos splash seguidos en la rompiente, otras veces están enfadadas y hay holas grandotas que rompen haciendo mucho ruido, como quien da un portazo, en algunas ocaciones están perezosas y ni se mueven, es porque están dormitando y una pequeña ola, que casi no dice nada sobre la arena, significa que está roncando.

Nube que escucha los secretos

--¡Mira mamá! Qué nube más rara.

--Si, tienes razón, esa nube es la nube de los secretos. ¿Sabes qué hace esa nube? —Le preguntó en secreto la mamá.

--Si... Escucha los secretos de todos... —Dijo la niña riéndose.

--Bueno, en cierta manera si. Todas las olas le cuentan sus secretos a ella, porque saben que ella no los contará a nadie. También lo hacen los delfines y todos los animales del agua. ¿Sabes qué otros animales de agua hay? —Le preguntó animándola a pensar un poquito.

--Si... Los pájaros de agua —Contestó riendo.

--Y... ¿Cómo se llaman? Ga... —Le daba una ayudita.

  gaviotas
gaviotas gaviotas   gaviotas

--¡Gaviotas! —Contestó contenta de saberlo—. ¡Mira mamá!, ahí hay una que está jugando con las olas. ¿Sabes mami que las gaviotas flotan porque tienen una panza muy gorda?

--Si, también porque se llenan de aire —Dijo la madre llenando sus cachetes de aire, abriendo los brazos en redondo y moviéndose de lado a lado— y hacen como un flotador. A veces las gaviotas quieren enterarse de los secretos que les cuentan las olas a la nube y la nube se va un poco enfadada para otros lugares, y si la gaviota la molesta mucho entonces llueve. Otras veces, llueve sobre la tierra y los secretos caen sobre las plantas, los árboles, las flores o simplemente sobre la tierra. Como no concocen a las olas, no se enteran mucho qué significan esos secretos, aunque les caigan encima.

SecretoSecretoSecretoSecretoSecretoSecretoSecreto


--Y, ¿qué pasa con los secretos que llueven sobre la tierra? —Le preguntó mirando a traves de la ventana.

--No pasa nada, caen como simples gotas de lluvia, guardando los secretos para siempre en el corazón de cada gota y al ser absorvida por un árbol, o flor, o donde sea que caiga, guarda ese secreto como si alguien se lo hubiera contado pero nunca puede recordar qué es en realidad, como cuando uno cree que tiene algo por decir y no recuerda qué —Le explicaba la mamá pegando su mejilla contra el de su hija de cuatro años.

La niña se reacomodaba sobre el regazo de la madre y le llenaba la cara con sus tirabuzones dorados.

Trencito
A medida que el tren traqueteaba algunas nubes rosa-azul-violeta se juntaban en el horizonte a escuchar los secretos que alguien tenía para contarles, otras llegaban desde lejos justo a tiempo para disfrazarse con el atardecer. Y entre contar nubes y nubes, fueron llegando hasta su estación, donde bajaron y se despidieron de las señoritas del cielo hasta el día siguiente.

7) EL  JARDÍN  DE  LOS  RUISEÑORES

Arboles ...


La primavera había llegado, el jardín se empezaba a llenar de flores. Todas las tardes la niña esparcía migas de pan viejo para los pajaritos que estaban hambrientos, cerca de la fuente, al lado del columpio y entre las cañas.

Flores floreciendo

Como cada tarde, se sentó en la larga mesa rústica del jardín, y muy quietita esperó que llegaran los sus pequeños amiguitos. El ruiseñor se posó junto a la niña, que divertida y extrañada le preguntó:
    Hola, pajarito lindo, ¿No tienes miedo de mi?
El ruiseñor cantó un poquito a modo de respuesta, dando saltitos para adelante y para atrás. Se incorporó suavemente y se encaminó hacia la cocina, el avecilla revoloteó delante de la pequeña cantando fuertemente a la vez que volvía a la mesa, repitiéndolo varias veces sin dejar entrar a la chiquilla.
    Pero... ¿Qué te pasa?, le preguntó, aunque no sabía como haría para entender la respuesta cantora.

El animalito voló rasante por encima de la mesa y volviendo por debajo de la misma, cantó y cantó, altisonantemente. La niña se sentó donde estaba antes. Parecía quererla llevar, a tironcitos con el pico a algún lado, estiraba de su blusa y cantaba siempre los mismos tonos y el mismo ritmo:
    Suena la música tiru-tu-tití tiru-tu-tití
El Ruiseñor Cantando ...

Se levantó al mismo tiempo que el pajarito volaba algo más lejos y volvía hacia ella con el mismo: tiru-tu-tití tiru-tu-tití cada vez que revoloteaba cera de su nariz.
    ¡Está bien! ¡Está bien!, dijo la niña, ya te sigo, ¿a dónde quieres llevarme?
El pajarito volaba indicándole el camino. La niña trepó y trepó al árbol y el canto del ruiseñor había cambiado, sonaba más triste:
    Suena la música Titi-tííí-tu Titi-tííí-tu
Al mirar entre las hojas, descubrió un nido del que casi no se oía nada, intentó llegar más cerca, y vió algo muy triste: un montón de hijitos de la Ruiseñora que piaban bajito, bajito, y otros que quizas estaban durmiendo o muertos... La mamá pájara se paró encima del nido cantando muy muy triste.
    ¿Qué le pasa a tus hijitos? preguntó apenada, ¿es que nunca llegas al pan de la tarde? Bueno, espera que ahora voy a ayudarte, le dio esperanzas a la triste pájara.

Bajó cautelosamente y corriendo entró en la cocina, casi gritando le dijo a su madre:
    ¡Mamá, mamá tenemos que salvarlos, hay que hacer algo!, decía atolondradamente, los-hijitos-de-la-ruiseñora -están-muy-enfermos -quizas-muertos-algunos..., tomó aire agitada. Calma Margarita, ¿de quién hablas, qué pasa?, le contestó tranquilizadora la madre agachándose a la altura de la niña. A la ruiseñora no la han dejado comer pan los pájaros grandes, como ella es tan pequeñita, y ahora han nacido sus pichones, están todos muy débiles, algunos creo que están... muriéndose, dijo muy bajito como si no quisiera decir esta palabra.
La madre le dio un buen tazón con alpiste, un plato profundo con pan viejo mojado y algunas galletas.

Arboles ...

Margarita salió como un rayo hacia el árbol, fue trepando con una cosa por vez y las fue acomodando lo más cerca que pudo del nido, llamó a la ruiseñora y enseguida se llenó de un alegre trinar cuando vio el banquete que tenía sólo para su familia.

Cada tarde Margarita traía nuevas proviciones al árbol e igual que si fuera una doctora de pajaritos le preguntaba a la ruiseñora cómo se encontraban los pequeñuelos, tarde a tarde se oía un coro cada vez más vigoroso en el árbol.

Hasta que una tarde, cuando Margarita estaba sentada en la mesa --donde vio a la ruiseñora por primera vez--, aparecieron todos sus pequeños pacientes, crecidos y fuertes a cantarle la más bella canción del Ruiseñor.

Suena la música

8) Las Vacaciones de La Luna

         estrellita
estrellita
estrellita
         estrellita 

Una noche el cielo estaba muy oscuro, de ese negro que solo está cuando la luna brilla por su ausencia. De las chimeneas salían nubes de humo que llegaban muy alto, se sorprendieron de no ver ninguna luz por allí arriba, pero poco a poco y sin que nadie se diera cuenta se fue disolviendo en el aire.

Las estrellitas se preguntaban unas a otras dónde estaría la dama de la noche, los barcos en el mar intentaban encontrarla en sus latitudes, pero por ningún lado había un rayito de ella.

Desde el otro lado del mundo se oía una voz cantando:

    palmera Tiii-tiraaa-tiruriii-titaaaaaaa....

Y entre dos palmeras muy divertidas que bailaban con el viento se encontraba la luna, chapoteando en el mar, como una niñita pequeña, eso sí, tenía unos enooormes anteojos de sol, estaba muy divertida porque no tenía que brillar por todos lados. Trajo consigo una valijita con algunas cosas, sus distintas caras, la menguante, la creciente, la nueva y la llena, también trajo algunas estrellitas vecinas que se negaban a salir de la oscuridad de la maleta, algunos polvos del cielo que usaba para resaltar más su linda blancura.

Después de un buen rato la luna empezó a enrojecerse, su piel que siempre fue tán blanca le ardía bastante, no se había puesto ningún protector solar, porque no existía ninguno para una luna tan grandota.

El sol, los delfínes que pasaban y todos los habitantes marinos se tapaban la risita, pero sin poderse contener al final.

    ¡AAAYYYY..... cómo me pica! ¡Cómo me piiiicaaaa!, estoy toda roja, ¡que raro es!, se quejaba la luna.
El sol estaba riéndose bastante y empezó hablarle a la luna:

    sol Jo-Jo-Jo-Jo.... qué risa, una luna roja, ¿¡y ahora cómo vas a dar luz!?, vas a dar una luz bien roja, y en realidad nadie va a encontrar más sus caminos, ni se formaran más caminos de luz de luna en el mar... terminó de decir el SOL un poco triste.
    Y ahora ¿qué puedo hacer?, ¿Cómo haré para volver a ser blanca y hermosa?, decía aflijida la luna.
Los animalitos le dieron toda clase de consejos de qué podía hacer para quitarse el ardor, ella muy paciente los seguía al pie de la letra, pero además de quedar como una luna loca mucho efecto no le hacía.

dos

Un delfín le dijo en secreto lo que le devolvería su blancura, tenía que beber mucha, pero mucha, de verdad, leche de vaca. La luna le tiró un besito al aire, sin siquiera tocarse los labios porque también le ardían, y se fue corriendo para todos los países que tuvieran vacas y las dejó casi sin una gota para nadie más...

Poco a poco fue aliviándose su penar, al acercarse al mar por la noche se dio cuenta que ya no estaba más roja, pero sí estaba enormemente grande después de haber tomado tanta leche, muchísimo más que el sol y como despues de haber estado lejos tanto tiempo, ahora tenía que ponerse la cara de Luna creciente, y no le entraba por ningún lado se le salían pedazos de luna por todos los costados, así que se puso a hacer algo de ejercicio.

    ¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para arriba...¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para abajo...¡Hop! ¡Hop!¡Hop! Muchas vueltas más hasta volver a estar como antes... ¡Hop!¡Hop!¡Hop!...
Al terminar de dar tantas vueltas había vuelto a ser la bella luna de siempre, con su bonita cara Creciente... Así fue cambiando tranquilamente sus caras hasta cuando por fin se pudo poner Llena, por suerte no quedaba ningún rastro de sus locas vacaciones.

ballena

Todos los peces, pulpos, delfínes y demás habitantes marinos se reunieron a cuchichear muy bajito algunas cosas, lo hacían tán en secreto que la luna por más que disimuladamente bajara para oir mejor, no se enteraba de nada.

Los delfínes saltaron dando piruetas en el aire, los pulpos saltaron también muy graciosos tocándose sus tentáculos encima de su cabeza, todas las almejas, mejillones y ostras hicieron música castañeteando, los peces llenaron de maravillosos colores el baile acuático porque todos querían cantarle a la bella de la noche lo resplandeciente que estaba y cómo adoraban a esta estupenda anfitriona de la gran fiesta en el camino de luz de la Luna Llena.


luna

9) El cuento de Sofia
Fotografía Sofia

Cuando era chiquita y vivia en Argentina, me gustaba mucho contarles cuentos a mis muñecas, las sentaba en mi casita y me sambuyía en el reino de la fantasía.

Por aquella época también me gustaba hacer representaciones de titeres, recuerdo que una vez en casa de mi madrina había llevado toda una familia de títeres a la vereda de su casa y escondiéndome tras su espalda hice mi pequeña función, se habian acercado algunos chiquitos y todo.
Después mi madrina inventó una especie de teatrito de títeres con alguna tela...

Inventar canciones era tambien una de mis cosas favoritas, cuando pasaron los años descubrí el baile, me gustó tánto, tánto, que me fui haciendo bailarina.

Como soy muy parecida a la hormiguita viajera, también he viajado bastante. Bailando, bailando recorrí muchas ciudades en Europa, viví muchos años en Barcelona (España) y despues los saltos, piruetas y pliès me llevaron hacia Holanda....


Fotografía Florian


Me quedé otros muchos años en una ciudad llamada Den Haag, que en castellano es La Haya, claro que ahí me llevé a mi lindo gatito Florian, que ahora es todo un abuelito de ¡18 años!


Gracias a Sonia y a Celeste , mis dos hijitas, existen estos cuentitos, porque ellas son las primeras en oirlos y para que no se me olviden los escribo después rápido-rápido.



¡Ah! ¡Pero si casi me olvidaba! Ahora vivo otra vez en España, en un pueblito muy lindo. Como mi casa esta en una colina, puedo ver el mar y tambien las montañas.
Ahora que es de noche las lucesitas del pueblo hacen tilín-tilín...

Y asi es la historia de Sofia, si quieres comentarme algo aquí está mi dirección, un saludo...

10) Blanca Nieves
Nuestra protagonista es Blancanieves, una chica huérfana que vive con su madrastra
Blancanieves Blancanieves Blancanieves BlancanievesBlancanieves
Los enanitos: Sabio, Gruñón, Mudito, Dormilón, Tímido, Mocoso y Bonachón
Sabio Gruñón Mudito Dormilón Tímido Mocoso Bonachón
Blancanieves y los 7 enanitos
La madrastra de Blancanieves
Madrastra con espejo BrujaMadrastra
El príncipe azul
Blancanieves y el príncipe azul Príncipe con Blancanieves






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