FABULAS
El Cabrito y El Lobo
No tardó mucho en llegar el enemigo: ¡Un lobo horrible, amiguitos míos, un lobo!, que imitando la voz de cabra llamó cortésmente a la puerta para entrar.
Al mirar el cabrito por una rendija vio al feroz carnicero y, sin intimidarse le dirigió el siguiente discurso:
- Bien sé que eres nuestro mayor adversario y que, imitando la voz de mi madre, pretendes entrar para devorarme. Puedes marcharte, odiado animal, que no seré yo quien te abra la puerta.
Sigue el consejo de tus padres
y vivirás feliz toda la vida.
y vivirás feliz toda la vida.
Fin
El Hombre y La Culebra
Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello.
El hombre, sorprendido, le dijo:
- ¿Qué haces? ¿Por qué me pagas tan mal?
Y ella respondió:
- No hago sino obedecer las leyes de mi instinto.
Entretanto pasó una raposa, a la que los litigantes eligieron por juez de la contienda.
- Mal podría juzgar - exclamó la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los hechos.
Entonces el hombre ató a la serpiente, y la zorra, después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo.
- Ahora tú - dirigiéndose al hombre, le dijo -: no te dejes llevar por corazonadas, y tú - añadió, dirigiéndose a la serpiente -, si puedes escapar, vete.
Atajar al principio el mal, procura;
si llega a echar raíz, tarde se cura.
si llega a echar raíz, tarde se cura.
Fin
Gallina y El Diamante
- ¿Cómo tú, la más codiciada de las riquezas, estás así humillada entre estiércol? Otra suerte habría sido la tuya si la mano de un joyero te hubiera encontrado en este sitio, sin duda indigno de ti. El joyero, con su habilidad y su arte, hubiera dado mayor esplendor a tu brillo; en cambio yo, incapaz de hacerlo, no puedo remediar tu triste suerte. Te dejo donde estás, porque de nada me sirves.
La ciencia y la sabiduría nada valen
para los necios y los ignorantes.
para los necios y los ignorantes.
Fin
El Pajaro herido
- ¡Oh crueles humanos, más crueles que fieras! Con nuestras propias alas, que la Naturaleza nos dio, sin otras armas para propia defensa, forjáis el instrumento de la desdicha nuestra, haciendo que inocentes prestemos la materia.
Pero no, no es extraño que así bárbaros sean aquellos que en su ruina trabajan y no cesan: Los unos y otros fraguan armas para la guerra, y es dar contra sus vidas plumas para las flechas.
Fin
Así lo hizo la reina de las aves, remontando a la tortuga por encima de las nubes. Al verse a tal altura, la tortuga exclamó:
- ¡Qué envidia me tendrán ahora los animales que por el suelo se mueven, al verme encumbrada entre las nubes!
Al oír esto el águila fue incapaz de soportar tanta vanidad y soltó a la ilusa que, al caer sobre peñascos, se deshizo en mil pedazos.
Amiguito: Nunca mires demasiado alto,
que no hay brillantes en el cielo.
que no hay brillantes en el cielo.
Fin
La Lechuza y Las Palomas
Las palomas no reconocieron a la intrusa, mientras estuvo sin abrir el pico; pero un día que olvidó cuál era su papel, chilló como lechuza que era y las palomas la echaron a picotazos del palomar.
Desconcertada, regresó a la torre de la iglesia donde vivía, pero sus compañeras no la conocieron por aquel plumaje extraño, y la echaron de su lado. Así la pobre lechuza perdió hasta su propio refugio.
Quien su bien usurpa al dueño,
no espere tranquilo sueño.
no espere tranquilo sueño.
FiEl Perro y su imagen
En el camino cruzó un arroyuelo, cuyas cristalinas aguas reflejaron su imagen, y le hicieron ver ingenuamente a otro perro con una presa más grande en el hocico.
Como el animal tenía hambre, abrió la boca y se zambulló en el agua para coger el pedazo del otro perro. Mas, ¡oh desencanto!, se sumergió hasta el fondo y no encontró a su rival.
Entonces se dio cuenta, aunque tarde, de que su gula le había costado la pérdida de su propia presa.
Más vale pájaro en mano
que ciento volando.
que ciento volando.
Fin
De repente, una abejita se acercó a beber, pero la pobrecita estuvo a punto de perecer arrastrada por la corriente. Al verla en tal aprieto la paloma, voló hacia ella y la sacó con el pico.
Más tarde, un cazador divisó a la paloma y se dispuso a darle muerte. En aquel mismo instante acudió presurosa la abeja y, para salvar a su bienhechora, clavó su aguijón en la mano del hombre.
El dolor hizo que el cazador sacudiese el brazo y fallara el tiro, con lo que se salvó la linda y blanca palomita.
Haz a los otros lo que quisieras
que ellos también hiciesen por ti.
que ellos también hiciesen por ti.
Fin
El Pavo Real y La Grulla
Abriendo el pavo real su cola, decía que aquel abanico de finísimas plumas no tenía en el mundo otra cosa que le igualara en perfección y hermosura.
- Ciertamente - respondió la grulla -, confieso que eres más hermoso que yo, pero si tus plumas son más vistosas que las mías, en cambio no te sirven para volar.
- Yo, con mis alas - prosiguió la grulla -. Puedo elevarme hasta las nubes, contemplando bajo mis pies todas las maravillas de la tierra.
Nadie tenga en menos a su vecino,
que Dios a cada uno da su cualidad.
que Dios a cada uno da su cualidad.
Fin
Las Ranas pidiendo rey
Sonrió benévolamente el padre de los dioses al oír tal pretensión, y les lanzó una viga para satisfacer su petición.
Oyendo las ranas el estruendo del madero al caer sobre las aguas, huyeron asustadas. Pero una de ellas, curiosa por conocer al gran rey, sacó la cabeza poco a poco y al ver a la viga llamó a los demás, que se acercaron de inmediato.
Subieron todas al madero, lo ensuciaron y gritando a voz en cuello pidieron otro rey, porque aquél resultaba inútil.
Júpiter escuchó sus protestas y les envió una cigüeña, la cual comenzó a devorarlas una tras otra.
Quejáronse amargamente a Júpiter las angustiadas ranas supervivientes, suplicándole las librase de aquel tirano.
- Sufrid las consecuencias de vuestra inoportuna súplica- les contestó Júpiter -, y ya que con tanto afán pedisteis rey, el recién enviado reinará entre vosotras.
Dios a cada pueblo ofrece
el gobierno que merece.
el gobierno que merece.
Fin
El Pastor mentiroso
Estos, abandonando sus labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a llamar, y temen la desgracia. Segunda vez los burla. ¡Linda gracia! Pero, ¿qué sucedió la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el Zagal se desgañita, y por más que patea, llora y grita, no se mueve la gente, escarmentada, y el Lobo le devora la manada.
¡Cuántas veces resulta de un engaño
contra el engañador el mayor daño!
contra el engañador el mayor daño!
Fin
Esta nueva pagina principal contiene fabulas que dejan mensaje para todos..
ResponderEliminar